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primera trampa que debe de superar un
equipo cuando inicia una empresa educativa es la de clarificar qué significado
se da a la idea de educación. Si se da una ojeada histórica a los ideales educativos, encontraremos
infinidad de significaciones. Básicamente ésta se pueden agrupar a dos grandes
familias, las que ponen el énfasis en un proceso de cambio y las que destacan sobre todo un resultado
final.
En el primer caso, el progreso educativo se
mide identificando los cambios que se
han producido en un momento anterior. En éste caso hablaríamos de progreso en
términos absolutos.
En el segundo caso, el progreso educativo se
mide identificando los cambios que se han producido en un sujeto o grupo comparándolo
con un patrono externo que sirve de punto de referencia. En éste caso hablaríamos
de progreso en términos de relativos.
Como se puede ver, si el desarrollo se mide
en términos absolutos, entonces podemos ser triunfalistas y decir que la
educación es un instrumento fundamental porque siempre hay cambio y progreso. Ahora
bien, si el progreso educativo se mide a partir de la comparación con un
refente externo, entonces la cosa se complica ya que perfectamente nos
encontraremos situaciones en el que el
progreso en términos absolutos es alto, pero es insuficiente de cara a la obtención
de los mínimos que determina éste patrón
externo.
. Alrededor del concepto educación giran toda una serie de palabras que en
muchos casos se requiere presentar como si fuesen sinónimos, claramente no lo
son, es preciso clarificar que significado se le da al concepto educación y la utilización adecuada de los
conceptos, ya que cada concepto tiene connotaciones diferentes.
Es
necesario tratar de evitar la confusión entre la buena voluntad y la intencionalidad educativa. Toda acción
educativa quiere generar unos cambios, unas transformaciones. Promover cambios
desde la educación es tener la intención
de educar, mientras que trabajar de forma consciente para asegurar los cambios
concretos que se esperan obtener es
ejercer una intencionalidad educativa. Mientras que la primera queda dentro del
terreno de las actitudes, la segunda configura el terreno de los
resultados y de los efectos previstos.
Es necesario que todo equipo educativo evite
caer en la confianza educativa en el rigor de la planificación. En este caso, el éxito de la educación se basaría
en la idea de que una buena planificación garantiza el control total de las variables que confluyen en el proceso educativo. Ciertamente
una parte importante del éxito se basa
en tener un buen diseño, pero sería un error imperdonable olvidar que
existe infinidad de limitaciones y condicionantes que no se pueden controlar.
Un
error en las actuaciones socioeducativas
consiste en no entender la profundidad
de lo que realmente significa pertenecer a una red. Existe una marcada
tendencia a trabajar desde los recursos
de forma aislada, como si en este recurso
tuviese que pasar todo: se compensará el pasado, se estimulará el
presente y se consolidará el futuro.
También
puede existir una equivocada percepción de las posibilidades de desarrollo de
la persona que se educa. Se parte de la idea de que si se confía plenamente en
el educando, éste siempre evolucionará
positivamente hasta los objetivos
que se han fijado en la planificación.
Ciertamente
la actitud inicial de incidir educativamente en el otro, de
posibilitarle los medios para su crecimiento, la preocupación para
desvelar todas sus potencialidades, son
el elemento clave para su motivación en el acto educativo.
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